jueves, julio 21, 2005

El pie izquierdo


Debe ser lo primero que puse ayer al bajarme de la cama. O eso, o me miró un tuerto, porque lo que ha ocurrido no sólo es surrealista sino que además es estúpido desde todo punto de vista.

Como algunos ya sabrán, hace unos días decidí apuntarme a una academia para aumentar mis posibilidades de aprobar “Introducción a la Econometría”, una asignatura tan útil que es probable que no utilice ninguno de sus contenidos en la vida real. Pero ese es el lema de toda buena universidad, como en Carrefour: “3x2” (estudia tres asignaturas y utiliza dos, y estoy siendo generosa)

Según la amable señorita del teléfono, la asignatura en cuestión se impartía lunes y miércoles de 8:30 a 11:30 de la mañana. Mi plan para el miércoles (empecé con retraso) era:
7.45 Suena el despertador
7.55 Salgo de la ducha y pongo los cereales en remojo
8.05 Vestida y peinada me hago el zumo
8.15 Termino de desayunar, me lavo los dientes y me voy (mochila convenientemente preparada la noche anterior)
8.25 Llego a la academia con tiempo para presentarme en recepción, hacer la matrícula y sentarme en clase puntual

Pero lo que ocurrió fue esto:
8.35 Me despierto por mi propio pie y descubro que el despertador no ha sonado. Mierda.
¿Y si no voy? Pensé. Lo admito, se me pasó por la cabeza, pero en seguida lo deseché. Me había propuesto ser responsable y vaya si lo iba a conseguir.

Tuve que saltarme todo excepto la ducha y el cepillado de los dientes y salir de casa corriendo (os imagináis el estado de mi pelo) A pesar de todo mientras corría por la calle, seguí sonriendo y pensé que tal vez la cosa no fuera para tanto. Subí apresuradamente las escaleras de la academia y entré en clase.
Y allí estaba: el mejor profesor del mundo, esperándome con una sonrisa y un cuadernillo de hojas:
- Hola, eres nueva, ¿verdad? Toma, siéntate. Estamos con los intervalos de confianza.
Y vaya si se podía confiar en él. Durante las dos horas de clase antes del descanso me enteré de todo. DE TODO. Algo que mi profesora habitual no había conseguido ni de lejos. La verdad es que las cosas no me sonaban tanto como pensaba, pero sabía a ciencia cierta que habíamos dado intervalos de confianza.

A la vuelta del descanso me senté al lado de Silvia, una ex compañera del cole que había pasado inadvertida durante la primera parte de la clase. Fue entonces cuando empecé a notar cosas raras. Como que iban demasiado retrasados como para dar todo el temario en un mes. O que, según decían, había preguntas tipo test en el examen, que ya si que no me sonaba de nada.

Entonces miré en las hojas del temario de Silvia. Y allí, burlándose de mi, estaba escrito: “Econometría I” ¡¡¡¡ECONOMETRÍA I!!!! ¡Pero si esa es la de cuarto!

Ya os podéis imaginar como nos reímos cuando se lo dije y la cara que puso el profesor cuando se lo conté a la salida. Así que me fui derecha a casa y me metí en la cama, de donde nunca debí salir esa mañana.

P.D. Por lo menos para el año que viene ya se me los intervalos de confianza. Jajajajaja.

2 comentarios:

Javier Vyento dijo...

XDDDDDDD

Anónimo dijo...

Pos anda q como anda la universidad, q se entiende mejor una asignatura de 4° q una de 3° cuando se supone q sin la primera la segunda no se podria, asi va el pais...jejeje
Pos la verdad q si q fue dia de quedarse en la cama