lunes, julio 17, 2006

El sufridor dependiente

Señoras y señores: hemos encontrado una nueva clase social.

Bueno, en realidad no es una clase social propiamente dicha. Tampoco se trata de una tribu urbana. Es más bien un estilo de vida. Pero describamos al individuo para saber más acerca de este extraño y recién descubierto ser.

El sufridor dependiente, como la propia palabra indica, necesita sufrir. Por encima de todas las cosas, y al igual que el odio mueve a los vengativos, el sufridor dependiente no es feliz si su día no se estropea ni lo más mínimo. Y si no hay nada que le joda el momento, se deja llevar por la intuición. Es esa persona que va en el coche cuando todos están emocionados con el recién empezado viaje y suelta: "Tengo el presentimiento de que algo malo va a ocurrir".

Y claro, tu ya piensas que te la vas a pegar. Y cuando ves que no pasa nada, te dan ganas de decirle: "Mejor no pongas un consultorio, que te va a salir fatal". Pero si tiene la certeza de que que va a salir mal, seguro que lo pone.

La otra parte importante del término que define a este individuo, es la palabra "dependiente". Señores, este es un dato clave: se puede llegar a sufrir muy poco si se depende de uno mismo. Por eso es muy importante depender de los demás. Así, si la cosa sale mal, tienes alguien a quien echarle la culpa. Y eso es algo que les encanta a los "sufridores". Además, lo pasan peor que nadie. Por ejemplo, si tu llegas y dices: "Jo, estoy super cansada. Ayer me quedé trabajando hasta las cuatro de la mañana en mi proyecto para el curso que estoy haciendo". El individuo, si es un verdadero "sufridor", no tardará ni cinco minutos en replicar:

"Pues yo tardo dos horas en volver del trabajo porque me han cortado el metro, el autobús y las dos piernas, y además tengo la tripa suelta y no he podido dormir porque hago horas extra en un hospital para una ONG sin ánimo de lucro"

Y si tienes huevos, contesta...

Para finalizar, terminaré explicando otra de las características que hacen de esta raza algo cargante: el egoismo. Pero E-G-O-I-S-M-O, del bueno, del de verdad, del depurado vaya. Que ni Frodo cuando quiso quedarse el anillo. No importa que te portes de puta madre con la persona en cuestión. No importa que muevas cielo y tierra para que esté a gusto, le vayas a buscar a la puñetera puerta del trabajo, le cedas el mejor asiento y te preocupes por su estado de ánimo. Si le fallas en lo más mínimo, o no te jodes tú para que sea feliz, irremediablemente, se enfada.

Y está, eres un mal amigo, la jodiste. Dijiste que le llevarías a casa, sí, pero no saliste disparado cuando te lo pidió. NO fastidiaste la noche a las otras cuatro personas que iban en el coche para complacerle. NO perdiste el culo, porque "mañana madrugo", y eso que a él/ella, no le importaba un pimiento que otro de sus amigos tuviera que volverse en un autobús con destino incierto, porque él si que no tenía hueco en el coche.

Porque, que cojones, sus problemas siempre son más importantes que los de cualquier otro. Y punto.

miércoles, mayo 03, 2006

Una historia de amor

Vista desde dentro:

Yo creía que era feliz. Aunque llevo poco tiempo en el mundo no puedo quejarme de la vida que he tenido. Sobre todo teniendo en cuenta que soy una zapatilla de deporte. Siempre voy acompañada de mi hermana gemela. Somos exactamente iguales, salvo porque, como todos los gemelos, somos opuestas. Viajamos mucho hasta que por fin la encontramos a "ella", que nos apodtó y nos dio un hogar.

Como iba diciendo, creí que era feliz, hasta que le encontré. Fue un día al salir del vagón de metro. Yo iba despistada, pensando en mis cosas... Y entonces le ví. El escalón más guapo del mundo. En seguida me puse colorada, fue amor a primera vista. Era tan liso, tan gris, tan bohemio... Parecía que había vivido mucho, que podía contarme miles de anécdotas y de historias... Mi hermana, que me conoce perfectamente, levantó una ceja y puso cara de "A ver que haces". Pero yo sólo tenía ojos para él. Cuanto más nos acercábamos, más convencida estaba de que era el amor de mi vida. ¡Y entonces me sonrió! Así que cuando llegué a dónde él estaba, le abracé, y no quise separarme de él nunca más. Fueron unos segundos maravillosos. Pero algo interrumpió nuestra felicidad. Sucedió muy rápido. Oí a mi hermana gritar: "¡¡¡¡¡Pero que haceeeeeeeeeeeeesssssssssss!!!!!!", mientras alguién tiraba con fuerza de mí. Me aferré a mi escalón tanto como pude, pero no fue suficiente, y me alejaron de él. Sin embargo no veía el suelo, si no el techo, las paredes, todo a gran velocidad. No recuerdo nada más, porque después me desmayé.


Vista desde fuera:

¡¡¡¡JODER!!!! ¡MI MIERDA DE ZAPATILLA SE HA ENGANCHADO CON EL PUÑETERO ESCALÓN! ¡QUE OTIA MÁS GRANDEEEEEEEEEEEEEEE! Aaaaahhhhh... duele. Mierda.




( Al final me llevaron al hospital. Contusión en la rodilla izquierda y vendaje incómodo.
MORALEJA: El amor duele)

viernes, abril 07, 2006

El malo de la película

Esto es lo que me dijo mi príncipe azul:

"Espero que concentres todo tu odio en mí y así el resto de los seres humanos se libren, porque puedes llegar a ser muy cruel".

Bueno, he de reconocer que no es la declaración de amor que esperaba (XD), pero también es verdad que el chico tiene razón. Y ahora voy a revelaros algo que para muchos es desconocido: Vivimos en una película.

Venga, reconocedlo. Todos somos protagonistas de nuestra propia historia, y eso es lo verdaderamente genial. A veces compartimos parte de nuestro protagonismo con la persona amada. Existen los protagonistas dramáticos, los que viven en una comedia, tres o cuatro afortunados (o desafortunados, depende) que participan en una película de acción. Nuestros amigos y familiares son nuestros actores secundarios, y a la vez son las estrellas de sus propias vidas. Maravilloso, todos contentos.

Excepto yo, que descubrí la verdad. No soy la actriz secundaria de los demás. Soy la mala de su película.

He de reconocer que al principio no sienta muy bien darte cuenta de que en muchas ocasiones eres la guarra asquerosa que incordia y hace la vida más difícil al héroe. Pero gracias a ese espectro llamado optimismo he encontrado muchas ventajas:

- Cuando eres malo, todo el mundo espera que hagas una maldad. Si te portas como un capullo, no pasa nada. Y luego, si haces algo bien, de repente todos te adoran porque no es lo que se espera de ti. En cambio cuando eres el bueno como la cagues... bueno, la has cagado. Nunca te perdonarán XD
- El prota guay normalmente tiene que dar pena, así que vive fatal. El malvado necesita un castillo digno de crear envidia para que lo detesten más. Y si no mirad donde vive Spiderman... y donde vive El Duende Verde (padre o hijo, es igual)
- Todo el mundo sabe en el fondo que la madrastra es mucho mas guapa que Blancanieves ;)
- Si, en ese último punto he sido muy creída, pero ¿eh? ¿que queréis? Soy malvada...
- Los malos van de negro. El negro estiliza. La licra amarilla es una caca (lo siento, Lobezno...)

La única pega que le encuentro a ser el malo es que es muy probable que acabes muerto... y además no encuentras a tu príncipe azul (sniffffffffff), porque no mereces tenerlo.

Claro, que siempre hay excepciones. Y a veces aparece uno que te sigue queriendo aunque sepa que quieres apoderarte del mundo ;)

viernes, enero 13, 2006

Pequeñas costumbres

"Cuando mi primo se va a la cama tiene que comprobar que todas las puertas de los armarios de la casa están bien cerradas". Esto fue lo que me contó en una ocasión una compañera de clase.

Todos tenemos pequeñas manías absurdas. Mi hermano tenía la cama llena de peluches de animales, y les puso a todos nombres que acababan en "i", es decir: Pati, Perri, Coneji, Moni, Eri (de erizo, sí), Pingüi, etc... Un buen amigo mío suele tumbarse en la cama con el secador de pelo encendido porque le relaja y le da calorcito. Otra muy buena amiga mía le coloca el cierre de la cadena A TODO EL MUNDO si no está escondida detrás del cuello. Y así una lista interminable.

Sin embargo, amigo míos, os confieso que yo soy la Reina de las manías absurdas. Pero hoy voy a compartir con vosotros la más bonita de todas. Por eso este post se lo dedico a Tintín:

Todos los días, cuando me acuesto (aparte de dar un besito a la foto de mi perra, que murió hace un par de años) lo último, ultimísimo que hago es mirar fijamente a la persona que está a mi lado en la foto que tengo en mi mesilla. La observo, sonrío, y entonces apago la luz y me duermo, para guardar ese recuerdo reconfortante de una amigo que me hace sentir siempre como en casa.

¡Ahora os toca a vosotros desvelar vuestras manías absurdas!

Si con el pseudónimo no os vale para saber quién es, siempre podéis pasar por mi habitación y echar un vistazo ;)

miércoles, enero 11, 2006

Cosas increíbles

Inspirandome un poco el último post de mi amiga Erendis (titulado "Magia", podéis disfrutarlo en su blog, cuyo enlace está en esta página) me gustaría expresaros como me sorprende a veces el ser humano.

Porque hemos creado cosas horribles, como la envidia, la crueldad, el odio, y lo que es peor... la falta de aseo (xD). Sin embargo, hay cosas que hacemos muy bien. Por ejemplo el día de Reyes.

TODO EL MUNDO volcado durante más de una semana en esto. Contamos historias a los pequeños, nos sentamos a su lado a escribir la carta. Les ayudamos a poner vino y galletas para los Reyes, y agua en un apalangana en el suelo para los camellos. Los centros comerciales ponen Reyes Magos y pajes por todas partes, sólo para que los niños puedan sentirse especiales durante 5 minutos sentados en las rodillas de alguien que para ellos es muy especial. Sus sonrisas en esos momentos no tienen precio.

Y esto culmina en la gran cabalgata y la mañana de Reyes. Toda España volcada en dar veracidad a una mentira que proporcionará alegría a todos los niños menores de ocho años (un colectivo tan pequeño que a algunos podría parecerles que no merece la pena gastar tanto esfuerzo)

Estas cosas me hacen pensar que no somos tan malos al fin y al cabo... Que a pesar de que el "hombre" tiene muchos fallos, a veces podemos hacer cosas increíbles...

lunes, enero 09, 2006

Secretos

Esta es otra de las cosas que todo el mundo tiene. Y quien diga lo contrario miente, pues seguro que todos hemos sido lo suficientemente afortunados como para que nos confíen un secreto al menos una vez en nuestras vidas.

Es curioso, porque cualquier cosa puede ser en un secreto. Algo físico, algo intangible, algo pequeño, algo grande. Una acción. Incluso una reacción. Lo único que puede convertir algo normal en un secreto, es decir, en algo especial, es la confianza depositada en una persona y el total desconocimiento por parte del resto del mundo.

Cuando consigues eso, puedes sentarte en una esquina de tu habitación "despositarlo en tu mano" y observar como brilla con su propia luz, obra únicamente de tu habilidad para ser discreto y para cerrar la boca. Y es estupendo.