jueves, marzo 05, 2009

Historia "Almodovariana"



Banda sonora (opcional y optimista): Pete and the pirates - Knots Escuchar

Así la definió Samantha, su protagonista. Aunque yo preferiría llamarla "Defender la alegría", pero al fin y al cabo, como la historia es suya, tiene derecho a elegir el título de la misma.

Era un mediodía de un lunes-martes-miércoles-jueves. La verdad, el día es irrelevante, y cuando trabajas, salvo el viernes, todos parecen el mismo. Hallábase Samantha esperando el autobús para ir a buscar a su madre y acompañarla al aeropuerto. Aparece por fin en el horizonte el susodicho, Samantha se sube, se acomoda en el asiento y se deja llevar entre el mar de corbatas y tacones en coches deportivos ridículamente pequeños o todoterrenos ridículamente grandes.

En esto, el autobús se detiene en una parada donde nadie espera, nadie baja y nadie sube. El autobús avanza medio metro para situarse junto al semáforo en rojo, preparado para salir disparado en cuanto cambie el disco. Entonces aparece en escena una señora mayor, que tímidamente da un golpecito en el cristal de la puerta. El conductor no se inmuta. La viejecita vuelve a intentarlo. El conductor en sus trece, ni pestañea (modo estatua: ON). La mujer se da por vencida y vuelve a la parada, donde se sienta a esperar.

Samantha, que ha presenciado la escena, y que lleva puestas sus gafas de "La vie en rose", toda optimismo y amabilidad, piensa:

"Eso es que el conductor no la ha visto...". Y ni corta ni perezosa, abandona su cómodo asiento y llega hasta el conductor.

- Disculpe - dice ella - Creo que no ha visto que había una señora en la puerta.

- Sí la he visto - responde tajante el conductor - ¿Y?

- Pues hombre - contesta Samantha sorprendida - Que podría haberle abierto la puerta.

- Es que si no estoy en al parada no tengo por qué abrir - dice con el desprecio del típico malvado de opereta cutre.

Samantha gira la cabeza. La mitad del autobús aún está en la parada. Así se lo comenta a su amargado interlocutor.

- Es que si ya he abierto las puertas una vez, no tengo por qué volver a abrirlas - y en esto levanta más la voz, resultando ya grosero - ¡Además, que a mí nadie me hace favores en el trabajo y yo no tengo por qué hacerlos!

Y con esto, zanjado queda el tema. Vuelve Samantha a su asiento perpleja, y en el autobús ya se oyen murmullos de otros viajeros que (ya sean cotillas o comprometidos), han sido testigos de toda la historia.

Cuando llega su momento, Samantha presiona el botón de parada y se apresura a situarse junto a la puerta (no vaya a enfadarse el Sr. Conductor). Fue en ese momento cuando el murmullo de protestas y del "hay qué ver, qué gente" se hizo perfectamente audible, e incluso un par de testigos ofrecieron a Samantha su apoyo y su número de teléfono para que presentara una queja en nombre de todos a nuestra amada EMT.

Baja mi amiga, recoge a su madre y ambas suben a un taxi. "Al aeropuerto, por favor", y comienza a contarle a su madre la increíble historia vivida en el autobús. En esto el taxista, que no es sordo, le pregunta:

- Disculpe que la moleste. ¿Está hablando usted de un "compañero"? (con "compañero" se refiere a otro taxista, por si no estáis familiarizados con la jerga)

- No, es un conductor de autobús. ¡Pero hay que ver, qué poca vergüenza!

- ¡Tienes usted mucha razón señorita! - responde el taxista - Si es que no se puede ir así por la vida. Mire, coja una hoja del montón que tengo ahí detrás, y llévesela para repartírsela a todo el mundo, como estoy haciendo yo.

Samantha coge una hoja del montón de copias, y encuentra escrito lo siguiente:

"LA SONRISA"

Una sonrisa no cuesta nada y significa mucho.

Enriquece a los que la reciben sin empobrecer a los que la dan.
Dura un instante, pero su recuerdo es eterno.

Nadie es tan rico como para poder vivir sin ella,
ni tan pobre como para no poder regalarla.

Gracias a ella se crea un clima amable y hogareño.
Es el signo sensible de la amistad.

Una sonrisa relaja al que está nervioso
y da coraje al descorazonado.

En resumen, ¡SONRIE!"

Normal que nuestra amiga volviera por la tarde a la oficina como si se hubiera colado en una película surrealista, o una de Almodóvar, como ella misma señaló, impresionada de cómo somos los seres humanos, unos tanto y otros tan poco.

Después de escucharla me pareció tan curiosa que solicité su permiso para colgarla en el blog. Y mientras me pasaba el poema de la sonrisa, le dije:

- Esta historia refuerza mi teoría.

- ¿Qué teoría?

- Que cuando la gente no folla, se les acaba notando.

(Y cuando es alegre y feliz, también)

6 comentarios:

Erendis dijo...

desde luego...la realidad siempre supera la ficción...aunque sea de Almodóvar.

Por otro lado, sin duda, a la gente se le nota lo infelices que son, asumo que la profesión de autobusero no es la mejor del mundo, pero seguro que si se lo tomara con otra filosofía, las cosas le iban mejor....

Cucolive dijo...

En muchas profesiones no te regalan nada, normal que la gente alguna vez la tenga que pagar con alguien.

Anónimo dijo...

La verdad es que hay mucha gente a la q le cuesta sonreir, incluso hay casos es los que te preguntas si sabrán. Cuando la sonrisa es el medio más económico para conseguir ser más guap@ XD.

topomader dijo...

O cuando no va al baño a su momento all brans, o cuando tiene hemorroides, o cuando su parienta/e le putea, o cuando...

En fin cuando alguien débil de mente tiene un problema se siente mejor haciendo que los demás se sientan mal.

Hay mucho gilipollas suelto por el mundo

Anónimo dijo...

Madre mía, si llego a ser Samantha, en la parada donde estaba la señora cojo y me bajo del bus solamente para que el conductor tenga que abrir la puerta (que se joda xD) y que suba la pobre mujer. Si no le gusta ser conductor de autobuses, esa mala leche concentrada no creo que le ayude a solucionar nada.

y cuánta razón, la gente debería de follar más a menudo, empezando por Zapatero, que al pobre se le escapa el verbo en una rueda de prensa xD:

http://www.20minutos.es/noticia/454601/0/zapatero/follar/psicoanalisis/

Anónimo dijo...

Jajaja, me ha encantado la conclusión...y sipes que muchos "autobuseros" pasan de la gente, que el que cojo yo para volver a casa del curro todos los días pasa de mí (si no estoy en la parada, claro)...¡aunque vaya corriendo hacia él pegando saltos y agitando los brazos!! :S:S

Un saludo niña, y sigue escribiendo!!