A veces tengo la sensación de que el corazón es como una casa, una casa con muchas habitaciones. Y en esa casa, como en cualquier otra, viven muchas personas, tantas como nosotros mismos consintamos.
Hay gente que tiene un estudio, con espacio para sí mismo y uno más, como mucho. Tener un estudio generalmente conlleva problemas de espacio: si no cedes parte de tus cajones o armarios para que el otro asiente tus pertenencias, debes plantearte mudarte a otro lado más grande o te arriesgarás a perderle para siempre.
Algunas personas poseen enormes mansiones, con espacio para todo tipo de amigos, conocidos y mascotas. Puedes encontrarte a cualquiera paseando entre sus habitaciones, porque con un territorio tan descomunal, su corazón es como una jornada de puertas abiertas. Sin embargo, es difícil ser un buen anfitrión con todos y cada uno de ellos, y puede que algunos invitados sientan una ligera decepción al pensar que no son tan especiales como creían (aunque eso no sea del todo cierto)
Otras personas, y en este grupo se encuentra la mayoría, tienen un piso ni muy grande ni muy pequeño, que comparten con la persona elegida y que posee habitaciones a parte para la familia, los amigos. El único probelma de espacio que puede surgir aquí, es decidir quién puede quedarse y quién no, y sobre todo, cuanto de tu espacio reservas para el elegido y cuanto para los demás.
Estáis leyendo a una persona que no controló el espacio de su piso. Concretamente, se me dio muy mal rehubicar a los ex-elegidos en sus nuevas habitaciones.
Soy una de esas personas con la buena o mala costumbre de prolongar la amistad cuando el noviazgo ha terminado. Lo que no hago, de ninguna de las maneras, es rebajarles a las habitaciones de invitados. Así que dejo que se queden en la cama de matrimonio, en la habiatción principal, y soy yo la que se muda a otra habitación, donde hago una larguísima obra para convertirla en una habitación principal, que ocuparé con el siguiente elegido.
A medida que situaciones como esa se repiten, las habitaciones son cada vez más pequeñas, cada vez menos cómodas, cada vez tienen menos luz...
De repente, me desperté un día dándome cuenta de que con tantas habitaciones ocupadas, estaba obligando a dormir a una persona muy especial en el equivalente al cuarto de la plancha. ¿Cómo habíamos llegado a esta situación? ¿Qué había pasado con el espacio que debería haberle dedicado? ¿Cómo iba a sentirse "el elegido" si en mi casa apenas había un lugar preferente para todas sus cosas?
Así que decidí redecorar mi vida. Los cambios deben producirse en todos los sentidos, y no puedo hacer que un principe azul se sienta como tal si comparte la cama con el perro.
Ahora estoy tirando algunos tabiques y reconstruyendo parte de la casa, para rehubicar a algunas personas donde deberían estar: en las habitaciones de amigos muy queridos.
Y por fin, la habitación principal volverá a ser mía.
viernes, mayo 23, 2008
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10 comentarios:
Igual que una vez comenté algo de manera no muy positiva.
Hoy tengo que reconocer que esto me ha parecido un texto magnifico, una metáfora perfectamente construida, y llena de sentido.
Espero de verdad que las obras no te produzcan demasiadas complicaciones, y que el resultado, sea una estancia magnifica en la que disfrutar una vida compartida durante mucho tiempo.
Un saludo.
Gracias :)
Creo que ya te lo he dicho varias veces (y si no te lo digo ahora), ¡me encanta leerte!
Yo tb tengo la costumbre de mantener la amistad con mis ex, y de momento no me ha pasado eso que dices, pero tomaré nota por lo que pueda suceder (estar prevenido nunca está de mas;)
Un saludillo ya que estoy wapa, y espero que nos veamos pronto, que hace una eternidad de nuestra emreth ;)
MUAKSSS
Mala costumbre la de mantener la "amistad" con los ex.
A los ex, ni agua ...
Qué gracia tiene tener un ex si luego es tu amigo?? No sirve ni como novi@ ni como ex ni como amigo.
PD: Escribes genial. Te leo siempre a ver si se me pega algo, jeje. Te felicito.
Tarinya...
el título parece de Ikea xD
y el texto....brutalmente ácido como siempre, divertido,honesto y real...totalmente tú vamos...
sabes que si necesitas una mano para esta obra tienes la mia 24 horas disponible
un beso enorme!
Buena redacción, y buen post: cuánta razón en lo que imaginas... Y cuánta fachada y mentira representan para poder mantener el palmito de la realeza católica rancia, ocultando la personalidad narcisista y de bajos vicios de la abeja reina de una colmena de zánganos. Lo siento por mis rudos modos hacia la anfitriona, de veras, pero soy plebeyo, y tengo la educación desgastada de tanto usarla anteriormente con "S.M.".
El kit de convivencia es básico, puertas adentro, lo he probado: unas botas altas impermeables, guantes industriales, bata de esparto y unas pinzas, para la nariz. ¡Ah! Y una sonrisa, puertas afuera; es fundamental: que se vea lo "espléndida" que es la vida cuando uno se convence de que la denominación "S.M." debe inexorablemente preceder cierto nombre, suponiéndose de paso el abolengo. Es clave, entonces, que la conversión y las sonrisas falsas no se le resistan ni a la reina ni al consorte de turno.
Un servidor es panteísta, y a diferencia de otros, por cierto que no sonríe mucho si le ponen unos cuernos y además le putean...
En los tiempos que corren, la especulación inmobiliaria hace estragos; y quizás por ser muy duro a corto plazo estamparse con la realidad, hay quien todavía no ha sido capaz de quitarse el orgullo, el kit y las anteojeras y ver que la burbuja existe y es una amenaza, y sólo porque se estima con desproporción lo que no lo merece, por ser pura fachada. ¿Un piso en la ciudad? Cuidado con la publicidad: que en la periferia no son de porespan, y rinden mucho más. Y sin embargo... quién sabe; los pobres plebeyos somos unos ignorantes, al fin y al cabo, pero... ¡qué felicidad al disfrutar de nuevo las virtudes de una vida campesina en compañía!
Deseándole la ignorancia y píldoras necesarias, y deseándote toda la suerte que te hará falta, pese a tu buen hacer con los forlayos para que sus dueños no sean enemigos, sino zánganos,
Isaac, republicano.
Buen post y buenas analogías, como de costumbre, Elia :), independientemente de si se aplican a la realidad o son imaginadas ya que yo sólo estoy aquí para comentar acerca del texto, no de la vida de la autora.
Y ya que en los tiempos que corren la especulación inmobiliaria hace estragos y los pisos escasean, conviene cuidar y mantener en buen estado nuestra morada, considerando que preocuparse del estado, costumbres -sanas o no- y habitantes -nos sean gratos o no- de las casas ajenas nos restará un tiempo que bien pudo ser empleado en preocuparnos de qué hacer con la nuestra y con las personas que la comparten con nosotros. Dediquémonos pues a redecorar nuestra vida, dejando a los demás que hagan lo propio con la suya independientemente de nuestra opinión. No crees, amigo panteísta?
un saludo,
Annatar
Claro, Annatar, todos lo hacemos; pero si redactamos o comentamos, es porque nos sobra tiempo para ello, a los dos: las preferencias están claras.
El problema surje cuando la cuestión a reformar no te ha sido ajena, y consideras oportuno dedicar no más de 5 minutos a redactar tus humildes vivencias como su ex., pues quizás encajan demasiado bien en su forma práctica de entender las cosas, no como la teoría que pinta al óleo en ese post. El texto que comentamos no es una sucesión de palabras, sino la supuesta vida misma de la autora, y de quienes la rodean.
I.
Otros estamos meramente alquilados y sabemos dónde estaremos un día y con quién, pero ni idea de lo que pasará al día siguiente. Ay, qué sensación de tierras movedizas bajo los tabiques. AUnque creo haber construido en piedra esta vez. Cómo está el mundo inmobiliario, oiga.
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