viernes, septiembre 28, 2007

Sinceramente

Cada vez que alguien me dice: "Mira, te voy a ser sincero", lo primero que se me pasa por la cabeza es: "¿Pero se puede saber qué te he hecho yo? ¿Por qué me odias hasta ese punto?".

Y es que la sinceridad, aunque está estratégicamente escondida entre las virtudes, es un arma. Una muy poderosa, pero camuflada. Como llevar una metralleta en la funda de una guitarra, que al principio parece inocente y bonita, y te crea ilusiones y te hace pensar que te van a tocar una serenata, cuando de repente... ¡PUM! Muedto.

Un ejemplo práctico: estás en una fiesta. LLevas una copa en al mano, te has pintado los labios, rebosas seguridad en tí misma, te ríes de los chistes de la gente, tonteas un poco con el chico que está al lado del equipo de música, que te sonríe... Y entonces tu amiga se acerca, te da dos besos, y te dice:

- Mira cielo, te voy a ser sincera, porque eres mi amiga y creo que deberías saberlo: ese vestido te queda como el culo.

Pero bueno, ¿se puede saber para que c*** me dices eso ahora? ¿Es que acaso tiene arreglo? ¡Ya estoy en la fiesta, no puedo cambiarme! Hace dos horas, y en casa, hasta habría sido una información útil, pero ahora... ¿en qué va a ayudarme una saber algo así?

Hala, a la porra tu seguridad en tí misma, se acabó el disfrutar de la fiesta. Te pasas las dos horas restantes pensando sólo en el estúpido vestido. ¡Ah!, y el chico no ya no te sonríe. Ahora se ríe.

El problema es que hay amigos que sienten la imperiosa necesidad en su corazón de decir la verdad constantemente. Como si fueran los enviados de la pureza y la sinceridad, y dependiera de ellos cumplir la encomiable misión de ser francos para salvar el mundo de la destrucción. Meterse en al vida de los demás no sólo es un deber, si no un derecho. Por que, ¿qué importan las consecuencias? Todo lo que sea decir la verdad, no puede ser malo, ¿no?

Gracias a Dios, la gente normal no abusa de la sinceridad, si no de la EDUCACIÓN. No quiero decir mentir descaradamente, si no callarte, ser discreto y sonréir. Y mirar el lado bueno.

Otro ejemplo práctico: Tu novio, el chico que te lleva a casa cuando estás cansada, el que escucha tus lloriqueos hasta las tantas, el que te mira como si fueras única, Él, te hace un regalo. Con sus propias manos desnudas. Y resulta que, por mucho que se haya esforzado, es espantoso. Él quería hacer un peluche, pero el resultado llegaría a poco menos que un cojín. ¿Qué haces? ¿Le dices que, como peluche, es una porquería, y que la próxima vez en vez de gastar su tiempo (del que apenas dispone) en hacer eso, vaya a la tienda y lo compre? (todo con una sonrisa encantadora, y sin ofender, claro, no es tu misión ofender...)

Bueno, yo te ofrezco una alternativa: ¿Qué te parece si, en vez de ser sincera con el regalo, piensas en el esfuerzo que le ha llevado, en la ilusión que le ha hecho hacerlo, y en que le quieres, aunque no cosa bien? ¿Qué te parece? Te callas, eres discreta y sonríes. Y miras el lado bueno.

Y al resto, a los que tenéis que sufrir a la brigada de "la verdad no tiene precio", lo mejor que puedo deciros es: pasad de ellos. Un amigo de verdad es justamente sincero, pero te quiere como eres y nunca te recriminará ciertas cosas, aunque lo que hagas no coincida con sus valores personales. Te aconsejará cuando sea oportuno, eso seguro, y te ayudará siempre que pueda, pero no te ofenderá gratuitamente. Porque, insisto, es tu amigo, y te quiere tal como eres.

Lo malo de la brigada es que nunca se callan y nunca lo harán. Se sienten obligados a dar su opinión.

Y, sinceramente, la opinión es como el ojo del culo: todos tenemos uno y creemos que el de los demás apesta.

18 comentarios:

Ana Galvan dijo...

Plash plash plash...
(Sonido de aplausos)

Premio tia, me ha encantado este post. Has acertado de lleno, mira que la sinceridad a veces se la podia callar la gente.

Y la frase de conclusión... sobrebia!

Anónimo dijo...

Yo, como culo también tengo opinión.De hecho, tengo más opiniones que culos, que solo tengo uno ( o dos, si contamos cachetes)

En cualquier caso,tienes razón en que hay un momento y un lugar para ciertas opiniones, pero también, te tengo que decir, que si hay algo que se tiene que soltar, hay que sacarlo, y no callarse por no tocar las narices.

Ahí te regalo una frase conclusiva:
Las palabras que no se dicen en el momento, se pierden en el olvido.

Lo del peluche...¿me puede sonar?

Eowyn Zirbêth dijo...

A la guarra, que no amiga, que te dice lo del vestido en la fiesta, lo que le pasa es que le mola el tío que te sonríe y quiere quitarte de enmedio. Bueno, a lo mejor sí es una amiga, con un pésimo sentido de la oportunidad. Pero mi teta derecha a que es una guarra en un 85% de posibilidades, como poco.

Frikigirl dijo...

Ramón: Puede que te suene... ;)

Éowyn: XDDDDDD

Nuria dijo...

Sinceramente Elia, no puedo estar mas de acuerdo contigo jejeje. Y es que a ver las cosas tienen un momento y un lugar, y el q te critica la ropa a las 2 horas...ENVIDIA de la mala diria yo q tiene. Vamos hombre!! Cada cosa en su momento y sinceridades las justas.
Muchos besos y enhorabuena por tu aprobado en economia!!!

Elendil dijo...

Qué frágiles somos... todo el tiempo arreglándonos echado a perder por una frase malintencionada...

Si no les preguntas, ¿para qué tendrán que hablar?

Lo mejor es pasar de ellos... aunque puede no ser fácil.

PD: ¿Has aprobado? ¡Enhorabuena! :)

Raisah dijo...

Yo pienso que la sinceridad es buena.

Pero hay que tener mucho cuidado con la manera en la que se dice.

Sólo eso.

Y de todas maneras, hay mucha gente (que yo conozco, no me refiero mundialmente xD) que abusa de la frase "te voy a ser sincero". Creo que a veces la usan para mentir y sentirse más seguros de lo que van a decir.

Buena reflexión, pero como dice r f the 3rd: Las palabras que no se dicen en el momento, se pierden en el olvido.

Y sí, lo del vestido suena a envidia xDDD

Anónimo dijo...

MARI

Que guay ha estado lo que has escrito jeje muy entretenido,te puedes meter a periodista o a escribir unlibro porke se te da muy bien en!!! o ha hacer un monologo desos de la tele jejej
bueno me callo k paresco tonta en fin que eso que ma gustao muxo
Bye!!!

Frikigirl dijo...

Gracias! :)

Anónimo dijo...

No sé si os habrá pasado en algún momento de vuestra vida eso de volver a saber de alguien con el que perdisteis el contacto, no sé, hace más de 8 años...

Pues se te queda una cara de gilipollas que no puedes con ella.

Oye Elia, imagino que tú habrás montado con bastante gente en moto, pero pocas veces llevando una bolsa llena de hielo. Es lo que tienen las fiestas, que a la gente no le gusta la bebida del tiempo.

No sé qué llegaste a estudiar, ni qué fue de tu vida, pero me ha hecho ilusión saber de ti. Me alegro.

Cuando tenga un rato leeré las cosas que cuelgues por aquí.

Un saludo.

Frikigirl dijo...

Aaaah!!!!

¿8 años? ¿En serio?

Que va, sólo monto en moto con mi amigo Edu... ¿Cuándo me has visto? ¿Quién eres?

¡Cuanta curiosidad! Anda, escribeme un mail, porfa, que seguro que a mi también me hace ilusión saber de ti :)

stokely_fibi@hotmail.com

Besos!

Anónimo dijo...

Hola Elia!
Encontré tu blog poniendo el el google "estoy aburrido" y puedo decir que me gusto mucho. Gracias por amenizarme las horas de curro. Puedes contar con un nuevo lector.
Un saludo!

Anónimo dijo...

Por cierto, mi nombre es Ian.

Frikigirl dijo...

¡Saludos Ian, y bienvenido a mi blog!

Espero poder entretenerte más a menudo, últimamente entre el trabajo y la universidad escribo poco... colleja a mí misma.

Besos!

Anónimo dijo...
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Juan dijo...

Para ser sincero me gustó bastante esta entrada, la sinceridad es un arma de doble filo ciertamente. Vivan los falsos esos siempre quedan bein y nunca ofenden, ellos siempre dicen la verdad.

Anónimo dijo...

jajajajaja, muy buena esta entrada.
Soy de tu misma opinión.

Por las fechas de tus post veo que te aburres poco (entonces escribirías más). Una pena porque lo haces muy bien (y yo me aburro mucho y me gusta leer, jejeje)

Anónimo dijo...

Como diría el Padre Simón Reyes Martínez Córdova, hay que decir la verdad y ser sinceros en la vida y en el trabajo pero esto nos puede resultar, a veces, complicado. Yo, más que complicado, diría difícil. En la vida moderna la gente no espera que le digas la verdad. De hecho, no la quieren oir.

El ejemplo más claro es cuando coincides con un vecino en el ascensor al que hace tiempo que no ves y te pregunta el ya manido ¿qué tal te va? No, no quiere una respuesta sincera. No quiere saber nada de tí. Te lo pregunta por educación. ¡Ay de tí como le respondas! Pensará que eres un pesado. Y si quien te lo pregunta no es un vecino sino alguien que conociste de pasada o alguien de tu empresa, ya lo que a sus ojos eres, si le contestas, es un completo gilip...


La verdad está bien si sabes decirla en su justo momento y en su justa medida. Siguiendo los ejemplos prácticos que nos has propuesto:

La chica de la fiesta y su supuesta amiga.
La supuesta amiga se comporta como una cretina, sí. Tal vez fruto de la envidia, del alcohol o tal vez porque es su más sincera opinión. No por ello deja de ser poco oportuna. Pero ante una opinión como esa independientemente de las razones que la originen, la chica del vestido es bastante poco segura de si misma. Por eso se siente amenazada por una "verdad" (o no) que le ha dicho la otra. Alguien verdaderamente seguro de si mismo, no se siente afectado por opiniones despectivas de terceros. En esa situación una persona segura pensaría: - ¡Bah! Es su opinión.- Mírala, si está ya borracha. - A ¿qué viene semejante cretinez? - y seguiría riendose de los chistes de los asistentes. Y aquí paz y después gloria.

La pareja novios y el peluche-cojín
Qué levante la mano la persona a la que le ha regalado algo su novio/a alguna vez y no le ha gustado.
No creo en eso de ser discreto con las personas que quieres. Resulta impersonal y muy frío. Es cierto que hay que mirar el lado bueno, SIEMPRE. Pero si algo no nos ha gustado o pensamos que es mejorable, se ha de decir. O corremos el riesgo de que en la siguientes festividades nos vuelva a tocar otro peluche/cojín y otro y otro hasta que (argh!) se lo acabemos tirando a la cabeza. Con el justificable enfado de esta persona que se sentirá mentida. Porque si ocultamos la verdad, que el regalo no ha gustado, ya sea por discrección o culpa, estaremos mintiendo a la otra persona. Se puede expresar que no nos ha gustado, suavizando el golpe al otro. -Vaya! no me esperaba esto. Te ha llevado mucho tiempo? Muchas gracias por el tiempo que has empleado en mi.

Decir la verdad a alguien no consiste en decirle: ¡Pero qué feo eres! ¡Qué mal te queda eso que llevas! Decir la verdad consiste en decir -Te quedá mejor cuando vas peinado así o cuando llevas esta vestimenta en lugar de esta otra.

Comenta la señora Bárbara de Senillosa y Olano en uno de sus libros que su padre, gran defensor de la diplomacia, se encontró en la tesitura de decir algo agradable de un recien nacido muy feo y no sabiendo qué decir agradable del mismo, dijo - ¡Qué mona la chaquetita!

Decir la verdad es un derecho. Es un deber si uno así lo entiende como ayudar a la mejora continua de los demás y, muy importante, de uno mismo. Pero hay que ser comedidos. Defiendo a la Brigada de la Verdad, de la cual soy miembro desde mi más tierna infancia, siempre que esta verdad sea constructiva y no se diga propiciada por el interés del que la expresa.

La verdad no ofende, si el emisor pone interés que esto no ocurra. Si ocurre aunque se haya puesto interés, tal vez sea porque la persona está sensibilizada al tema o es insegura. Si no teníamos intención de ofender, se pedirá perdón. Si la persona continua ofendida después de que se le haya pedido sincero perdón es su problema.