viernes, noviembre 07, 2008

La puerta del tiempo

Hoy he estado cotilleando el blog de alguien a quien una vez llamé “amiga”. No lo he leído porque ya no lo sea, lo he leído porque lo fue. Y mirando sus post antiguos, esos de hace dos o hasta tres años, he recibido la bofetada del pasado.

Es una sensación extraña: como a veces, al mirar nuestra propia vida, es como si mirásemos la vida de otro. Porque aquellas cosas que juramos que serían eternas, se han perdido entre la hojarasca del otoño. Lo que tanto nos importaba se ha transformado en cosas nuevas, que no guardan ningún parecido con sus antecesoras. Y una vocecita en nuestra cabeza comenta: “¿En qué estaría yo pensando?”

Me he preguntado si hice bien en algunos casos, y cómo influí en muchos otros. Si mi paso por las vidas de algunas personas las cambió, y de ser así, si tal vez hubiese sido mejor que nunca me hubieran conocido.

Abrir la puerta del pasado es como estar en un plató de cine, donde todas las cosas estuvieran pegadas y la gente siguiera un guión estricto. Puedes observar las cosas al detalle, escuchar y recordar, pero no puedes tocar ni cambiar absolutamente nada. Al final siempre se salé del plató con dolor de cabeza, impotencia, y muchas cosas en que pensar.

Esta mañana parecía que iba a ser un día de noviembre como otro cualquiera. Pero mi curiosidad y el ordenador me han traicionado, y he abierto la puerta del tiempo.