jueves, abril 17, 2008

De consultores y corbatas

El príncipe azul ha empezado a trabajar en una secta: una consultora.

Debería estar matando dragones y rescatándome, como corresponde a los principes azules... Pero como los dragones no existen (o se han extinguido) y siempre llegaba tarde a rescatarme, decidimos que sería mejor que se dedicara a lo que se dedica un escandaloso porcentaje de la población.

El problema de las sectas, digooo, consultoras, es que todo el mundo tiene que ir vestido igual: camisa clarita, traje oscuro y corbata. Por eso da tanto miedo ir a un edificio lleno de consultores. Son todos iguales, como masillas.

Acompañando al principe azul a comprarse camisas y corbatas para su nuevo trabajo, me di cuenta de que el pobre tiene un gusto que dista mucho del mío. Cuando habíamos terminado de comprar una camisa, me cogió del brazo y emocionado me dijo:

- Voy a enseñarte unas corbatas que he visto y que me gustan mucho.

Entonces se acercó al expositor y cogió una:

- Estás de coña, ¿verdad? - pregunté estupefacta ante tal horror.

- Bueno, vale, a lo mejor ésta no, ¡pero mira ésta! - respondió señalando una aún peor.

- Es una broma. No, de ninguna de las maneras.

- ¡Pero Richard Gere lleva una muy parecida en Pretty Woman! ¡La he visto! - protestó.

- Richard Gere puede ponerse una bolsa de mierda en la cabeza y seguirá siendo guapo. Puede colgarse un pañal usado del cuello y no importará. Pero tú no eres Richard Gere, y te comprarás esa corbata por encima de mi cadaver.

Pobrecito, que carita puso. Al final escogimos otra que nos gustaba a los dos y era bastante más decente.

No es Richard Gere, pero como dicen por ahí: "Te quiero, eres perfecto... el gusto ya te lo cambiaré".