jueves, mayo 31, 2007

Cuestión de confianza.

Chico conoce chica, y por lo tanto, chica conoce chico. Hablan, pasan tiempo juntos. Se gustan. Con el tiempo, llega el primer beso. Y sin darse cuenta, se sorprenden respondiendo "Sí" a la pregunta "¿Tienes pareja?".

Él cree que ella podría ser la mujer de su vida. Y al principio, lo es. Los comienzos en una relación son como una prueba de esfuerzo. Es increíble lo que nos tragamos para que todo vaya bien. Hasta que llega la confianza.

"La confianza da asco", en algunos casos en el más estricto sentido de la palabra. Sentirse a gusto en una pareja significa lo mismo que el fin del romanticismo. Me explico, desde el punto de vista masculino: empiezas a notar que la chica en cuestión es una histérica. Antes agradecía que al fueras a buscar, ahora lo exije. Antes te adoraba porque la acompañabas a casa, y si ahora no lo haces se enfada. ¿Y si te olvidas de un aniversario? Pufff... amigo, olvídate de los tímpanos. Sus gritos se oirán en China, no te digo ya en el restaurante donde la gente te mira como si tu novia estuviera loca mientras tú te mueres de la vergüenza. Una novia tiene confianza contigo, lo que quiere decir que si piensa que tu hermano es gilipollas, te lo va a decir. Si piensa que tu madre es pesada, te lo va a decir. Si piensa que tus amigos son un coñazo, ¿qué? Pues que te lo va a decir...

Y tú mientras estás pensando en esa chica, esa a la que conociste que parecía comprensiva, atenta, paciente, y que ahora por alguna estraña razón se ha convertido en lo que todos temen: la "NH", es decir, "LA NOVIA HISTÉRICA".

Finalmente, al relación se termina, como es "lógico". Ya sea porque ella se harte de tu pasotismo, porque os hayáis visto envueltos en la rutina, o cualquier excusa, el caso es que al fin se termina, y tú suspiras, sabiendo que añorarás a esa increíble mujer que conociste y que inexplicablemente se convirtió en la "Novia Histérica".

Entonces empiezas a fijarte en tu amiga. Sí, sí, tu amiga. Todos tenemos una, ¿no? Pues tú te fijas en ella. Relativamente atractiva, sin duda. Pero posee otras ventajas que la hacen aún más atractiva. Y es que tu amiga, no es tu novia. Si tu hermano le parece imbécil, no te lo dirá. Se reirá de sus gracias y punto. Total, tú no eres su novio, tu hermano nunca será de su familia, ¿qué importa si es un poco capullín? Cuando eructas, a tu amiga le hace gracia, o por lo menos no te dice nada aunque la moleste. No eres su novio, ¿qué mas da si eres un cerdo en público? ¿Y llevarla y recogerla? ¿A quién le importa? ¿A tí, a ella? No, por suspuesto que no. Al fin y al cabo, sólo sois amigos.

Así que te confundes, la cagas, y te enrrollas con ella. Parece perfecto, ¿verdad? ¡Pues no, torpe, que eres un torpe!

Por que ahora, ella SÍ ES TU NOVIA. Ahora sí importa que eructes, sí le molesta que no la acompañes, tu hermano sí es idiota. Tu amiga ,muta a "novia histérica". ¿O qué te pensabas? ¿Que no éramos todas iguales?

Así que cortas con ella, y vuelve a ser tu amiga, así que se relaja de nuevo, y a tí te vuelve a gustar, y vuelves a salir con ella, y ella vuelve a ser histérica, y así un largo etcétera que explica todas las recaídas y por qué la gente siempre termina enrrollándose con sus ex en algún momento o en otro.

Y no creáis que nadie se libra: desde el punto de vista femenino, es igual, solo que al revés. ¿O cómo creéis que consiguen conquistarnos?

No es que sea el hombre ideal. Es que se quiere enrrollar contigo. Cuando lo haya conseguido volverá a eructar, a vestirse con chándal, a rascarse los huevos en tu presencia y a dejar de llamarte constantemente. Asúmelo.

Así que éste es mi consejo: conserva a tus amigos y no los mezcles con el noviazgo. Así por lo menos, siempre tendrás amigos xD

Y respecto a salir con alguien, ésto es lo que más me ha gustado de todo lo que he leído sobre el tema:

Para ser feliz con un hombre tienes que entenderle mucho y quererle un poquito.

Para ser feliz con una mujer tienes que quererla muchísimo y no intentar entenderla.

;)

lunes, mayo 21, 2007

No te lo creas.

A veces dos personas que se quieren, pero no se comprenden, se marchan sin decir adiós.

Es curioso cuando lo piensas fríamente en casa y te das cuenta de que muchas veces somos muy amables y tenemos mucho cuidado con lo que decimos a gente que apenas conocemos, o que apenas nos importa. Intentamos ser educados y despedirnos sin dejar tras de nosotros un mar de conflictos, un río de malas caras, un viento de miradas cortantes. Sin embargo, dos personas que se quieren mucho, a veces no tienen ese cuidado, esa delicadeza.

En ocasiones, una de ellas mira atrás. La otra no. Y no hay dolor más insoportable que ver al otro alejarse sin ni siquiera darse la vuelta y dirigir una última mirada a modo de despedida.

Puede que pienses que soy fría. Puede que pienses que soy fuerte, que de piedra es mi corazón y de acero mi lengua. Pero no creas que eres menos fuerte, menos frío o menos lacónico que yo.

No te lo creas, Idas, porque yo estuve allí y pude ver que no miraste atrás al marcharte.

miércoles, mayo 02, 2007

La alta cocina

Una conquista es como la alta cocina. Me refiero a una buena conquista, como las que se hacían antes. Hay que ser cuidadoso. Hay que esmerarse. Todo tiene que estar calculado hasta el más mínimo detalle: el tiempo, la higiene, los ingredientes (algunos exóticos, que cuesta conseguir). Los platos que merecen la pena requieren ese esfuerzo, ese sacrifio hasta alcanzar la perfección.

A veces seguir las recetas lleva su tiempo, pero creo que la mayor parte de la gente coincidirá conmigo en que merece la pena. El resultado es una delicia, un paraíso para los sentidos. El cocinero mira su obra, recreándose en el resultado, disfrutando de cada detalle.

Sin embargo, últimamente he percibido cierto cambio en las preferencias de la gente hacia la comida rápida. No sé por qué, pero tiene éxito. Quizá porque es más rápido, o por que ya no quedan buenos "cocineros". O porque no requiere esfuerzo ni experiencia, y cualquier patán puede sentir que ha "cocinado", aunque supongo que el sentimiento será pasajero.

Los pasos son más que sencillos. Primero inspeccionar el paquete. Nombre, color, aspecto exterior, y un par de datos insulsos, como ingredientes o procedencia. Después las instrucciones, que quedan claras prácticamente a primera vista. Y luego, cinco minutos de cocción, o tres de microondas, algo que no cause mucha molestia al usuario. Y ¡zas!, ahí tienes tu comida, justo lo que querías. Te sacias, terminas, y a otra cosa. Ni siquiera tienes que enfrentarte al tedioso trabajo de fregar un montón de cacerolas.

Hay muchísima gente que lamentablemente se pasa a la comida rápida. Y no digo lamentablemente porque no lo respete: de algo tienen que vivir los fabricantes de "Ideas al plato". Lo digo porque creo que toda la gente merece que alguien se moleste en cocinar algo espectacular para ellos. Algo que no olviden. Lo merecen.

Yo no soy muy dada a la comida rápida. Por eso me alegro de que todavía, aunque sean pocos, queden buenos cocineros :)