sábado, diciembre 24, 2005

Aprendizaje

Desde que nacemos aprendemos un montón de normas, reglas y protocolos para hacer ciertas cosas. Nuestros mayores nos enseñan como ordenar una parte esencial de nuestras vidas: así se atan los cordones de los zapatos, así se fríe un huevo (algunos esta parte aún no la tienen dominada), no te metas en el coche de ningún extraño, no dejes que entre aire en la burbujita del preservativo al ponerlo para evitar que se rompa... (bueno, tal vez esto no se lo cuente su madre a todo el mundo)

Sin embargo, hay cosas que no podemos aprender en nigún sitio, pero son situaciones a las que nos enfrentamos a diario: nadie te explica que debes hacer y que debes no hacer cuando alguien te rompe el corazón. Nadie te cuenta cómo se consigue un trabajo que te llene. Nadie te da unos pasos para encontrar "el amor de tu vida", ni tampoco te aconseja que decirle a esa amiga que llora desconsoladamente, ni las pautas para devolver la ilusión a la gente desilusionada.

Ya eres adulto, "búscate la vida", y gánate ese cargo de mayoría de edad que no llega necesariamente al cumplir los dieciocho años. Quizá enfrentar y superar ese tipo de cosas en las que no existen reglas ni pautas que seguir sea lo que nos convierte realmente en adultos, lo que nos hace crecer. Aprender de nuestros errores y levantarnos al caernos puede ser una forma de recopilar información para superar mejor las situaciones a las que tendremos que enfrentarnos de nuevo algún día.

Sería maravilloso que por nuestro cumpleaños o por Navidad nos regalasen una guía con las reglas básicas para no ir pisoteando a nadie, y para no dejarse pisotear, en vez de un par de calcetines otra vez.

Mientras ese día llegue, me temo que cada uno tendrá que arreglárselas como pueda. ¡Suerte!

jueves, diciembre 08, 2005

Cosas que no funcionan

Hay pocas sensaciones que den tanta rabia como cuando te "curras" algo y sale mal. A veces la impotencia resulta insoportable...

En algunos momentos se lleva mejor, como cuando llevas todo el fin de semana trabajando en esa maqueta de un bosque con plastilina, que te has dejado los ojos haciendo florecillas diminutas para ser el más guay de tercero de EGB. Llegas a clase el lunes, lo colocas con cuidado en tu mesa, y de repente y sin previo aviso observas como un imbécil empuja al "niño gordo" (indispensable en toda clase que se precie) y este cae sin poder evitarlo sobre tu maqueta de plastilina que, obviamente, se va a la mierda.

Pero creces, y esas cosas se superan. ¿Y cuando es más grave? ¡Ay!, el ser humano en un pelele en manos del destino, que se empeña en jorobar incluso las situaciones planeadas al milímetro. Creías que lo tenías todo controlado, ¿verdad? ¡Jà! Hoy Idas ha querido prepararme la cena para una velada que debía ser espectacular... y no podría ir peor. ¿Nunca os ha pasado? ¿Que no hay forma de que las cosas ocurran con fluidez, que estés a gusto?

Eso nos pasa por querer cocinar. Voy a pedir una pizza ahora mismo.

viernes, diciembre 02, 2005

El Espíritu de Lucha (II)

Hace poco destaqué en un post que anda perdido por este universo de frases sin sentido que es mi blog (en serio, he comparado a las personas con muffins y cafés, soy una perturbada) lo importante que es en la vida el espíritu de lucha. Para mí es importante que la persona con la que salga goce de un GRAN espíritu de lucha. ¿Qué por qué? Pues, porque me encanta tocar las narices. Ni más, ni menos.

Aquellos que hayan tenido la suerte o la desgracia de salir conmigo podrán corroborar esto que digo: muchas veces entenderme es imposible, y los cabreos irracionales se producen más a menudo de lo que me gustaría. Por eso mi "novio/acompañante/pobre ser humano que me aguante" tiene que ser luchador. Porque cuando me enfado con él, y le digo que no quiero verle, que paso de hablar con él, y que quiero que se largue, la mayoría entienden eso. Es algo totalmente lógico. Pero es mentira. Lo cierto es, que lo que yo ( y muy probablemente otras mujeres) quiero decir realmente cuando digo "vete, quiero -estar- sola", es algo así como "Deberías comprarme el ramo de rosas blancas más grande que exista en el mundo y dármelo en mi balcón colgado con una cuerda desde el zeppelin que debes alquilar para que se lea en letras luminosas algo digno de una película de Julia Roberts mientras suena por unos gigantes altavoces "The Scientist" de Coldplay, y el cielo se tiñe con unos preciosos fuegos artificiales de color rojo amanecer"

Luego por supuesto el chico en cuestión tendrá que aguantar que le llame "pasteloso de mierda". Por eso es recomendable que quien quiera que salga conmigo tenga
1) Espíritu de lucha (en grandes cantidades)
2) Mucha paciencia

Madre mía, que mala soy.


XD